Planeta Tierra, 2027 - 2070.
Lo desconocido siempre se mira con miedo. ¿Qué ocurrirá tras la decisión de colonizar Marte? ¿Cómo afectará esta decisión a nuestras vidas, a nosotros los terrícolas? Una serie de preguntas que, por un lado, hacen pensar y, por otro, asustan. ¿No sería más inteligente dejar las cosas como están? ¿No sería mejor salvar primero a la Tierra de la destrucción y después dar pasos tan importantes para la humanidad? Un enfoque prudente podría ser la mejor solución. La humanidad puede desarrollar un programa a un ritmo natural y natural para tanta tecnología como existe. Los primeros humanos deberían pisar territorio marciano muchos años después de la construcción de estaciones de investigación organizadas y dirigidas por robots y drones.
Si Marte no está habitado, debe repartirse entre los Estados. Como Marte no pertenece a los marcianos, debe pertenecer a los terrícolas. Así piensan los humanos. Este planeta debe dividirse "equitativamente". Pero ésta es una palabra que los mejores negociadores no sabrán valorar. ¿Qué puede ser justo para unos pocos Estados que quieren quedarse con toda la riqueza, sólo porque tienen la capacidad de llegar a Marte en naves de transporte interplanetario, solos o asociados? El inicio de cualquier negociación se ve obstaculizado por el intento de algunas entidades o empresas privadas de acaparar el debate y llevarse la parte del león de la negociación. La política de los pequeños pasos es la técnica con la que quieren insinuarse en un debate que abarca a los Estados, no a los individuos.
¿Son capaces las personas de superar el profundo miedo que sienten cuando surge algo nuevo? ¿Podrá la gente encontrar un hogar para sí misma y su familia cuando lleguen a Marte?
Planeta Marte, he aquí una posible historia aún por escribir.