Encontramos en este cuadro (de Mondrian), que nos parece ya plenamente moderno, algunas de las categorías más específicas y más antiguas de la interrogación de lo divino. Así, por ejemplo, la ambigüedad de un espacio lo suficientemente poco delimitado para abrirse, al igual que la pintura romana, a lo no-dimensional propio del símbolo, aunque con la suficiente perspectiva como para que nuestros aspectos y gestos puedan inscribir en él sus form...
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