Clara Rosell tiene cuarenta y tantos años, está casada, es madre de dos hijos y después de años cuidándolos, empieza a trabajar en un periódico. Un día recibe un teletipo en el que se cuenta la extraña historia de un emigrante español que antes de suicidarse en Alemania dejó una foto en la que se le ve fotografiado junto a una botella de Soberano del año 1969. Clara, que también fue hija de emigrantes, le propone al redactor jefe hacer un artículo de fondo sobre la experiencia de los emigrantes en Alemania, tomando como hilo conductor la vida de ese hombre. Para ello, se pone en contacto con Héctor, su hijo, que vive en España y que para sorpresa de la periodista, no quiere saber nada de su padre, ya que les abandonó cuando era pequeño