Es díficil vivir sin ordenar el caos. También es difícil vivir dentro de un sistema. Existen fuerzas que nos invitan a romper los moldes demasiado estrechos, pero nos sentimos perdidos cuando son demasiados anchos o cuando dejamos de tenerlos. El pensamiento filosófico actual trata de hallar la medida en la que podamos conocer y conocernos sin quedar aprisionados por nuestros conocimientos. En este sentido, la obra sugerente y asistemática de María Zambrano no podría considerarse una de las iniciadoras del llamado "pensamiento débil". El tratamiento cuasi fenomenológico de "lo divino" halla aquí su fundamento en la sensibilidad estética. Y es partiendo de esta base que Chantal Maillard, sin pretensiones de exclusividad, propone un método de lectura del pensamiento zambraniano en torno a este tema. La búsqueda de lo divino no es distinta del viaje que el ser humano realiza en busca de sí mismo, viaje que habrá de realizarse en tres etapas. La disposición de los distintos capítulos que componen el libro ilustran formalmente este recorrido articulándose conforme al poema en que lo sirve de guía. Del monte Lu se parte para regresar. Y al regresar, uno se da cuenta de que todo estaba ya en el lugar de partida. Todo, menos la conciencia de la necesaria inutilidad del viaje. La visión, entonces se consagra en el ser.