En 1888, inmediatamente después de Fortunata y Jacinta y cuando se halla en el mejor momento de su actividad creadora, publica Galdós Miau, novela centrada en la figura de un funcionario cesante, condición de gran actualidad en aquel momento de alternancia de partidos. El tipo había sido ya descrito por Mesonero Romanos y Gil de Zárate, y el propio Galdós ya lo había tratado en La desheredada(1881), y, como personaje secundario, Villaamil ya aparece en Fortunata y Jacinta. Pero, como ocurre a veces en la narrativa galdosiana, un personaje secundario de una novela acaba por convertirse en principal de otra posterios. Miau es, pues, la historia de este Villaamil apenas esbozado en Fortunata. Pero es también la historia de tres mujeres empeñadas en vivir por encima de sus posibilidades, y la de un niño enfermizo que ve a Dios en sus sueños, y la de un hombre sin escrúpulos que triunfa a pesar de su conducta inmoral. Y, a través de sus páginas, aparece la vida cotidiana de la clase media madrileña en los años que siguieron a la Restauración.